Piensas que todo tiene un final, que la razón se va… y que las fuerzas acaban. Que un día duermes en calma y que ya no importa el mañana. Por un instante, te rindes y te dejas llevar… llorar… sin fuerzas para levantar. Piensas por un mínimo instante, que nada merece tanto esfuerzo. Y quedas
Intenta… entrar, aquí dentro y aguantar… los barrotes que yo mismo debo doblar para escapar, las mentiras, que todos los días he de escuchar, para poder caminar, mientras el silencio queda en desuso por incompetentes de ego revalorizado… A pesar, de mi ausencia, los pasos, siguen en guerra, por cada milímetro de terreno que la
Aire que me falta, cuando el tiempo me postra, entre almas que vagan, casi locura que se ahoga… Y hoy, soledad se quedó, a mi lado justo entre relojes, y los tictacs nos enseño, tan lentos como mi movimiento… Me pude ver a mí mi mismo, desde fuera, y perdí el ritmo… Yo fui el
Al final del día me debo, más vida que muerte. Me quito el eco de la cabeza, y desconecto los cables de mi cuerpo, vengo como persona, que al principio del nuevo día se acuesta, satisfecho del ayer. Y despierto, al igual que tú, dispuesto a enfrentarme al día que comencé durmiendo. No puedo más
En actos de silencios, de hechos para avanzar al respecto… en soledad, de avance y respirar; de respirar y andar… el mirar queda atrapado en lo lejos al pensar. Mientras todo carece de verdad… todo se verá. Del papel a la verdad, de las letras o trazos a la realidad… el salto sólo cuesta tiempo,
Crecí y perdí, el plumón gris. Aprendí, de ti, tanto el placer como el dolor de mí… Y reí, y paré el mundo, y decidí, y y y y me perdí de mí, y… gasté todas las y… Pero hice del tiempo, más para estar junto a ti, hiciste del día, paz para mí… Real