Entre miles de versos… miles de pensamientos, hoy ya no me quejo por mi inocencia… ni por mi pereZa, ni siquiera ni por mi mala suerte que me encierra en esta incierta agonía de vida, movida por impulsos y sueños que apenas sustentan mi cuerpo. El amor ya sólo queda encerrado en mi coraZón, porque
1 Estos versos son tan sencillos, que hacen que el sonido del viento, se los lleve junto a las olas del mar. He muerto, me he ahogado en tus aguas, en mil pedaZos me he roto al chocar con las rocas, y mis restos… para las gaviotas. Sentado aquí he vuelto a sentir, el sabor
Dejar mi cuerpo al límite, gastarlo, carboniZarlo, destroZarlo… no hablo de esfuerZos físicos, no hablo de cansancio físico.. hablo de cansancio psicológico… de destroZarlo atacando a las dos debilidades del cuerpo… el hambre y el sueño… porque para saber lo que es eso, hay que sentirlo… y eso, se hace sin dormir…. y sin comer…
Esa noche mis únicas palabras fueron «Yo no he hecho nada»… las repetía una y otra veZ, mientras estaba en la cama, con las sábanas cubriéndome hasta la cabeZa… no dejé entrar a nadie mientras mis lágrimas recorrían el camino que ya habían abierto por mi cara, ese surco, que queda, y que las lágrimas
Hoja parroquial Aleluya, que edita el Arzobispado de Valencia, por el catedrático de Teología jubilado Gonzalo Gironés. A «Nadie ha confesado qué hicieron las víctimas, que más de una vez provocan con su lengua». «El varón, generalmente, no pierde los estribos por dominio, sino por debilidad: no aguanta más y reacciona descargando su fuerza, que
Suelta a los perros… porque soy un lobo dispuesto a atacar hasta morir en ello… sueños, destroZados por algo que no entiendo… versos perdidos y cambiados por textos de odio… odio contra el mundo… contra la realidad… contra mí… No corras porque no sirve de nada… simplemente susurra palabras que se las lleva el viento…