Caigo en el olvido, mis letras quedan expuestas a la lectura de cualquier individuo, y yo, hoy, no me persigo… ni te persigo… no te necesito, porque escribo, y puedo seguir escribiendo… mis versos no son buenos pero, por ello no me predico, mi valor es cero y me regalo en este espacio que yo
Qué importan deseos, sueños o objetos… qué importan las ideas que caen, los sentimientos que lloran, las lágrimas que escapan de ti… los mocos, se te acumulan en el cerebro, no sabes que pensar cuando tú eres tu propio problemo, lucho contra mi cerebro, y debería dedicarme a romperlo… golpearlo contra una pared hasta dejarlo
Entre juegos, siento como tus ojos me miran por dentro… y tus besos… poco a poco reconstruyen mi cuerpo… mis labios, ahora son terreno protegido por alambres de espinos… pero tú, te adentras de lleno aún sabiendo que es un peligro… te muerdo mientras te miro… susurros perdidos, a altas horas de la madrugada, aún
1ª Parte El asesino se encontraba en una tétrica sala de interrogatorios de la cárcel de máxima seguridad de algún lugar de Japón. Su aspecto era muy penoso, su pelo sucio y grasiento, muy largo, cubriéndole la cara. Era de un gris viejo, pero era difÃcil adivinar su verdadero color, pues más bien parecÃa negro