La incertidumbre ante saber que después de la muerte nadie va a venir a decirte «qué bien que llegaste nene», la eternidad será vacío existencial, tu conciencia no existirá, cuerpo se pudrirá en caja de pino y paredes de cemento junto a compañeros muertos, preferiría quemarme en el infierno, y junto a mi mente, mi
Dime ¿de qué sirve ser poeta en tierras ajenas, en un lugar donde la mirada se pierde buscando letras, cabezas? Desesperas… y la falta de fuerzas es tu lema, competición, si no hay rival no hay don, y poco a poco crezco pero lento, ante la actitud de años en los que los escritos siguen
Bajo un ruido infernante… asimilo mis delirios, pienso en silicio y abro mis venas por pequeños orificios… no hay sacrificio de vidas por niños… ahora no puedo ver más allá de mis pies caminando por el suelo… entre versos pienso, que el desquicio de la muerte lenta es un desperdicio de aquellos que no saben
Ser poeta y no reconocerlo… huir de todo lo que a ello conlleve y seguir en secreto, la rima de palabras en versos, prosas y demás besos… la palabra hace daño y lo descubrí hace unos años, la libertad merma cuanto más conocen al autor de estas letras… no creas que me voy a cortar
A veces dibujo una jaula de papel donde sentirme preso, a veces los barrotes que pinto son gordos y negros, a veces son hilos finos y ni siquiera puedo con ellos… a veces el papel son paredes que poco a poco me ahogan y enloquecen, donde sientes como poco a poco te mueres… y es
Qué importan deseos, sueños o objetos… qué importan las ideas que caen, los sentimientos que lloran, las lágrimas que escapan de ti… los mocos, se te acumulan en el cerebro, no sabes que pensar cuando tú eres tu propio problemo, lucho contra mi cerebro, y debería dedicarme a romperlo… golpearlo contra una pared hasta dejarlo