Porque la vida recubre la muerte, y la sonrisa, oculta tu lágrima. Allá en el horizonte, estás tú… mi sol, haciéndome correr, para alcanzar tu amor. Y aunque delante de ti, haya un mar de árboles, que se plantan delante de mí, y el tiempo sea irremediablemente, un amanecer… cerraré mis ojos, y creceré en
Soy, olvido, en mi vida. En pasos de terquedad. Tan inseguros en mi interior. Que soy un error para tu intuición. No soy más que una caja de seguridad, dentro de otra, y otra, y otra… con tan sólo interrogaciones que no encuentran respuestas a nada, dentro. Y no te dejo. Y no me dejo.
¿Qué vida hay después de la propia vida? Tal vez mis creencias realistas me hagan llegar a un vacío aterrador. Un lugar donde no encontraré a los pocos seres queridos que quisiera encontrar, un lugar donde no habrá castigo por mi vida, ni sufrimiento atemporal por mi suicidio. Tal vez, el mayor error posible mío,
Mentalmente estable, aunque no lo crean. Sereno en pasos, llenos de metal. Mi vida se respira a caladas donde mis pulmones se llenan lo más que pueden. No importa si es mierda o alegría, porque la escasa sorpresa que acusan a mis ojos, al ver la realidad, roza lo hilarante. Pero mis días y mis
Muero y muero, suspiro a suspiro, verso a verso, esquizo en noches, escribo… tengo sueño, me muevo de un lado a otro, y no encuentro, concilio a mi agotamiento. Tu sueño, es mi día; mi día es mi sueño, y aquí el que no respira… ya está muerto. No es depresivo, es mirada buscando un
Y la cuestión no es si existe vida después de la muerte… la cuestión es si la vida no es en sí una propia muerte, lenta. La cuestión no es después, sino saberlo o no. El antes. Lo inexplicable se nos escapa, nos aterra… tal vez por actos, tal vez por nuestra propia manera. La