Aun recuerdo la tarde, en la que sentada en una silla de su habitaci?n, los dos sentados frente al computador? hizo que oyera aquella melod?a. Jam?s la hab?a escuchado, pero desde el inicio, aquel sonido del tambor retumbando, el comp?s cadencioso de sus notas que resultaba suave y envolvente a la vez; el seductor nombre
Locura, por unos instantes, sintieron los dos. Aquel distribuidor de mensajes, cuyo due?o es el m?s grande proveedor de l?gica gr?fica del mundo, falleci? una tarde de febrero. Ambos quedaron mudos, ambos se sintieron tristes, ambos se sent?an solos. Se enviaron tarjetas, se enviaron recados, expresando el cari?o y la soledad que sent?an al no
Hola, ?c?mo est?s? Tal veZ sea hora de que te diga la verdad. No s? por qu? haces esto. Siempre lo hiciste, dentro de tu mente, siempre pensabas cosas en que decir, siempre pensabas m?s, aunque los dem?s creyeran que eras mudo o t?mido, en el fondo tu sab?as que jam?s sabr?an la verdad. Tu