Yo sólo quiero que me ames… Que me abraces y olvides… Que bajo besos, me pierdas… Que los susurros se pierdan en la noche… Y que los sueños sean cuando te esté viendo. Yo sólo quiero abrazarte… Y que me abraces cuando lloro… Seques mis lágrimas con tu puño… Y saborees el sabor salado de
Tarde en la noche… muy tarde… después de gritar socorro, también es tarde… ya he llorado, y mis lágrimas me han abrazado. No sé estar solo, pero es a lo que me veo obligado… he visto pasar mis horas de un lado para otro, de la habitación, al salón; del salón, a la habitación… he
Hay veces en que ni siquiera te apetece, volver a teclear todo esto que sientes, pero vuelves… como movido por algo que te va llenando hasta hacerte compadecerte de ti mismo… todos sabeis como soy… pero ninguno me conoce… y cuanto más me niego a aceptar mi destino… más sufro por ello… caer en el
Dos años… dentro de dos días… dos años… y se dice pronto después de todo lo que ha pasado… dos años que han servido para algo… dos años, que me han hecho ver las cosas desde otro lado… ahora… he aprendido algo… si quieres hacer algo… haZlo tu mismo… si consigues un sueño, mantenlo vivo…
Esa noche mis únicas palabras fueron «Yo no he hecho nada»… las repetía una y otra veZ, mientras estaba en la cama, con las sábanas cubriéndome hasta la cabeZa… no dejé entrar a nadie mientras mis lágrimas recorrían el camino que ya habían abierto por mi cara, ese surco, que queda, y que las lágrimas
Hoja parroquial Aleluya, que edita el Arzobispado de Valencia, por el catedrático de Teología jubilado Gonzalo Gironés. A «Nadie ha confesado qué hicieron las víctimas, que más de una vez provocan con su lengua». «El varón, generalmente, no pierde los estribos por dominio, sino por debilidad: no aguanta más y reacciona descargando su fuerza, que