Ciega…
Desnudaré tus amapolas, y también tus margaritas, arrancaré tu piel, llena de heridas, músculos, grasas, sangre y esperanzas. Bajo la noche, tu corazón, después del asesinato, me dejarás verte, no sin sentir decepción. Es para ti, ciega, que aún con ojos, no ves, y me desespera, quererte ver. Pero, desapareceré, desaparecerás, y ya no seré