Salir, fuera de mi cuerpo, que queda prisionero aquí. Salir y escapar, sobre el asfalto, deslizar, mientras me invade esa sensación de paz. El mundo lento pasa a mi lado, me da tiempo observar, yonkis aparcando coches, vagabundos tirados o recogiendo basuras, gente que corre a mi lado, personas que disfrutan en compañía un sábado…
Sin arena en los bolsillos, con hielo permanente en mi olvido, con viento incesante en mis recuerdos, con ríos que caen de mis ojos, y en vilo, ante la fuga del tiempo. Sin playa bajo mis pies, con mucha agua sobre mi cabeza, con viento y sin vela, el río que se estrella, y el
Y tras el movimiento asustado de tu cuerpo al despertar en la más absoluta ausencia, caminas en busca de algún ruido que has escuchado. El calor te asfixia más si cabe, mientras tu mente divaga nada más cerrar los ojos por un instante. No hay forma de dormir. Pensamientos invaden tu cabeza, perturbando tu estado
Desesperanza ante el agotamiento de la paciencia, a lo largo de yardas y yardas, ojalá ardas, en el infierno mientras la muerte avanza. Y tras toda la desesperanza, la esperanza queda deshidratada ante quemaduras de palabras que quedan grabadas, plasmadas, atadas, entre espacios y sin ganas. Noches largas, cuando tus besos quedan en la distancia,
Tan solos tu y yo, desnudos y con amor, jugando a las cartas a escondidas del sol. Vos sos mi doncella, ¡oh dios! ¡que la Luna muera que ya no quiero verla! Y caerá muerta, cráter en la Tierra y debajo nosotros, rompiendo piedras, cavando agujeros hasta llegar al centro de esta pena. Ausencia, despierta
Tratando de escapar, de la mirada que escapa mientras te vas. Tratando de evitar, pensar que las paredes se acercan hasta aplastar, mi esperanza sin dar oportunidad. La capacidad, de retenerlas un poco más, depende tan solo de lo que pueda aguantar, depende del vacío que pueda soportar. De las pisadas que pueda dejar atrás,