Hoy la pasión se queda atrás como mis versos, diríjome cual guerrero a su guerra. La ducha espera. Lluvia ácida cayendo por encima de mi cuerpo y yo al disfrute de ella. Pero, la espera es al tiempo que pesa, y queda preso entre las cortinas que cierran. Mojado y despertando, cual zombi buscando algo,
En la falta de aire, te traigo cruzadas de sangre. Lágrimas de papel, y sal para tu deshidrate… emborrones de metal, rayados en tu corazón, te quieros que se tatúan por mi cuerpo y miradas que no se esconden… Tras la caída al vacío, desde lo más alto del precipicio, las rocas pararán tu destino.
Necesito inspiración, de aire en mi interior. Necesito pasión, encontrar luz, al fondo del dolor. Necesito matar a esa voz, que susurra dentro, en mi corazón; hundiendo hasta el más mínimo ápice de esperanza e ilusión. Luchando por amor, luchando por el mundo que cree sólo existir tras mi ilusión. Vomitando exhausto hasta calmar el
Tan solo ser, perecer, entre letras y caer, en el estrés sin saber. Qué fue de todo aquello que quedó tras ver, que la realidad no es merecer, sino crecer. Morir creciendo y creyendo. Que todo está perdido y no existe otro momento de lamentos y textos de lágrimas para cambiar el cuento. Todo es
Entre cuerpos que vagan, la adicción es a la ausencia entre tantas. Lástima, del deterioro ante el paso del tiempo, inhalando veneno de otros, entre otros deseos. Tarde, de algo habré muerto, y siendo sincero, desearlo me mantiene preso, al mundo, y quieto, lleno de vida ante el deseo, de romper al mundo con silencio.
Mirándote las manos, y arrodillado. Clamando al cielo, y con mi mujer, muerta, a mi lado. No es posible el cambio… El tiempo no conoce pasado. La vida, no conoce de justicias. Y en su último aliento, dejó escapar un «te amo», que murió entre mis brazos, mientras lágrimas derramamos. Todo, en vano. Su cuerpo