Reflexiones

Ataque de ansiedad

Mirando mis pasos, al suelo, me paro en el tiempo y en el espacio. Miro atrás, y todo está oscuro. Adelante voces de llantos, risas y gritos. Pero no los encuentro. Paralizado. Me invade un ataque de ansiedad, me ahogo por dentro, y se me rompe el grito. Golpeo teclas y no se escribe nada. 

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Tiempo

El tiempo pasa. Mis hijos crecen y los años pasan. Los días no paran, y el respirar tampoco. Las ausencias duelen y más me dolerán cuando ya no puedan más. Camino con pasos que resuenan en soledad de ellos, y un maravilloso ruído de los que me reodéan. El peso, de mi pensamiento, es cada 

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¿Y ese quién es?

He levantado de las cenizas, a grito pelao, con vapor de agua de lágrimas quemadas. En soledad, perdido en mi cabeza, tras llegar al abismo y mirar. Yo he estado en ese lugar. Y escapé. Corrí tan fuerte que el dolor de mis piernas olvidé. Corrí de todo, y todos, hasta encontrarme a salvo. Y 

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La revelación

Vine del fuego, de los gritos, de las peleas. Vine, de un maltrato que no conocí, hasta que aprendí a verlo. Vine, del dolor, de la frustración, de la pobreza. Vine de lágrimas, de rabia, de golpes, del golpear estas teclas, mientras, ríos caen, mientras… mientras, mi ansiedad me desmantela y me rompe; mientras, mis 

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No son horas…

– ¿Dónde estás? – ¿Ya tocaste fondo? Levanta. No no, escucha. Le-van-ta. Y míra-me. Oh, esas lágrimas. Oh, esas mierdas… uno se hace fuerte o muere en el intento, o se lo llevan los fantasmas. No, no vengo a llevarte esta vez, vengo a dejarte. Míralo, él soy yo, y yo soy él. Hemos tardado 

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¿Cómo me llamo?

Mírame. He dicho. ¡Mí! ¡ra! ¡me! Ahora levanta y mira ese mundo que está ahí fuera, ¿lo ves?, ellos juegan con tu vida, tu tratas de entrar a un juego donde ni siquiera estás en su liga. Míralos. Uno lo intenta, hasta que desespera, te engañan diciendo que en el camino no hay lágrimas, pero 

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