Erase una vez que se era… un hombre a lo lejos, en la niebla. Nótese que estaba al borde de un precipicio tan alto, que un lobo se le acercó a su lado. Y aulló, a la Luna, mientras, el lobo gritaba. Y la rabia en impotencia, erizó cada una de sus vértebras y lo
Érase que se era, una vez, un tuqueque que se destierra a la parte trasera… vivía mordiendo tu cachete siempre que te distrajeras. Érase… que se fue a descubrir tierras nuevas, que el tuqueque empezó la conquista de tu piel, ya que con mordida, tu sonrisa, era vida para el que la viera. Y tu
Al dejar pasar al Tiempo, simplemente por educación, cometí un gran error. Estaba ya mayor, y fue mi error, al no conocerlo bien. El Tempo, tan solo con dejarse pasar, me hizo darme cuenta de mi error. Error, cuya solución era, escapar de él, y dejarlo que se fuera, yéndome yo. Y así me fui.
Él se encontraba en la cima más alta… él ya no escuchaba palabras sino voces en su cabeza… subió tan alto que casi pudo tocar al cielo con las manos… se erigió y miró hacia abajo… miró hacia atrás y quedó defraudado porque nadie podría ya salvarlo… así que dejó caer su cuerpo hacia abajo.
Sus movimientos espásmicos, nervioso, como si todo lo que hiciera no tuviera solución lo retenían en su habitación… murmuraba una y otra vez palabras que apenas se entendían con un movimiento autómata, mientras estaba sentado en la cama, tenía sus brazos cruzados a la altura del estómago, y se inclinaba moviendo su cuerpo hacia delante
¿Cuántos de vosotros tenéis permiso para decidir lo que yo hago con mi vida? ¿Cuantos? Estoy harto, cansado, si viviera conectado a miles de máquinas que me mantienen respirando, y quisiera morir… ¿por qué no me dejáis morir? Quiero morir, tengo derecho a elegir… nunca puedes decidir qué es lo que debo hacer con mi