No son horas…
– ¿Dónde estás?
– ¿Ya tocaste fondo?
Levanta. No no, escucha. Le-van-ta. Y míra-me. Oh, esas lágrimas. Oh, esas mierdas… uno se hace fuerte o muere en el intento, o se lo llevan los fantasmas. No, no vengo a llevarte esta vez, vengo a dejarte. Míralo, él soy yo, y yo soy él. Hemos tardado en verlo, pero jamás nos abandonaremos, y eso es lo primero que has hecho. Puedes pensar que estoy loco, pero no podrán con nosotros.
Estos versos ya están muertos, esta vida ya está difunta, y nosotros no nos conformamos con el universo, no aceptamos nuestro sino, no creemos en el destino y mi destino no está escrito más allá de estas letras. Unos lloran, aceptan la derrota y se dejan ir… otros mueren igual, pero pelean, respiran y viven a pesar. No hay pesadillas, hay desiciones, en microsegundos, errores que ya no hay vuelta atrás, y una tortura diaria sobre ellas. Pero respiro, y sigo adelante.
¿Cuántos quedarán atrás?