Mírame, mírate
Me miro al espejo, atado de una mano y con lágrimas cayendo. Encerrado aquí dentro, solo escucho mis gritos romper por dentro. Y por mucho que corro no escapo de mis pensamientos… me cuesta el respirar, tan caro que el aire está. No paro de llorar… mientras las lágrimas se van, son los gritos quienes resuenan en mi soledad.
Me miro al espejo, y ya no sé si es él el libre o yo el preso. No sé quién es él, el de mis recuerdos es más joven y no conoce el límite. En cambio él, es mi futuro y no conoce el arrepentimiento. No hubo error, no, y mientras el tiempo no deje de parar, no lo habrá.
Me he roto, pensando que alguien vendría por mis pedazos. Me pisaron y me hicieron trizas, y aquí ando. Barriendo mi vida, llena de polvo de vidrio y lágrimas. Levantar ciego y no ver el espejo. Rodeado de nadie. En la más profunda oscuridad. Unos pasos sentí y fue él quien me agarró la mano y me llevó a rastras.
¿Donde vamos?
Más abajo. Más profundo. Allá donde nadie jamás podrá encontrarnos. Allá donde las lágrimas se secaron.
Ahí… es donde vamos.