O te llevo a rastras…
El diablo está detrás. No para de mirar. Yo sólo tengo que caminar, pero cada día es una caída más. Más cerca, cada vez más cerca, y parece que no puedo escapar. No hay piedad para el que no levanta, arde una eternidad. Y en contra de mi voluntad, suelo levantar, siempre una vez más, de las caídas que he podido saborear.
Déjate llevar, déjate caer y estar, ¿no estás cansado ya? Ven aquí conmigo, yo cuidaré de ti. Seré tu amigo. Déjate caer y no levantes más. No vale la pena volver a levantar. Allá delante no hay manos, no hay nadie que te espere… ¿por qué sufrir más? Sólo hay oscuridad, llantos y soledad.
No es verdad. Para qué haber caminado tanto ¿para dejarse llevar? Ser constante, para quebrar. Ser fuerte, para dejarte arrastrar. Sentir el calor de las llamas y no escapar. Ver un abismo negro y lleno de soledad, y no continuar. Caer para no aprender levantando.
¿Y qué has ganado? Todos los que han estado a tu lado se han marchado. Eres la única variable constante que queda. ¿No crees que debes ser el problema? Sigue tu guerra, engañándote entre tantas mentiras. Tú sabes que al final las fuerzas se irán, no podrás levantar, y a mis brazos vendrás. Este infierno será un cielo comparado con el camino que verás delante de tus ojos. Déjate llevar, déjate caer y estar, ¿de verdad no estás cansado ya?
¿Y qué más da? No hay batallas más, que las que tienes contra ti. Yo no tengo enemigos, yo lucho contra mí cada día, cada caída, cada vez que mis ojos ven un infierno desde el suelo y decide levantar. ¿Qué coño sabrás tú? Cuando mi mente es un infierno y mis ojos verdugos de lo que ven detrás. No merece la pena dejarse llevar, ya me tendrás cuando mi tiempo tenga que llegar.
Levanta. O te llevo a rastras, no hemos luchado tanto como para quedarte ahí parado.