Mírame. En el suicidio del final del renglón. Soy yo. Versos con-tigo, perdido, en miles de delirios. Oh, decisión, levantar, desesperar en noches, y no tener tiempo ni para gritar. ¡Ja! Mírate. Antes de criticar, sin dar-te, cuenta, que es tu espejo, el que señalas. Ah, ha. Pero no hay más. Que un mundo vacío
Tras las nubes grises… tras el viento que te roba hasta el último aliento… tras el suelo, la tierra y todo ese infierno… puedo, despertar y ver el cielo. Ver más allá del tiempo y encontrar tus besos. Puedo, a pesar de las fuerzas, levantar, y encontrar ganas de más. Arrasar, toda esa tierra, que
Puedo gritar… Más fuerte hasta dejar, mi voz escapar. Puedos que quedan en puedos… bla bla blas que quedan en nada. Guerras de palabras que saben a gloria, y es sólo rabia. Entre palabras de armas, que se pasan entre caras, y tus piernas sólo quieren escapar… romper la costumbre a llevar, y agarrar al
Invisible, tras la sociedad, invisible. Perdido entre tantos y sin voz. Callado. Tú, tras las paredes, o delante de la tele. Tú, que hablas y hablas, para nada, mientras cada día tu vida es deteriorada. Masas, que gritan y gritan, y si consiguieran algo, no sabrían hacer nada… mientras personajes de antaño, en sus feudos
Esto es un comienzo… sin llegar al final de versos con punto y final. Siempre es un caminar, entre páginas y páginas. Blancos espacios de hojas infinitas, y no encontrar. Similar a despertar, sin saber donde está el final… del grito que acabas de dejar. Mientras el mundo se enlentece, tu vida es, como una
Atemporal, entre los ecos de mi libertad. Dentro de mi cabeza, te encuentras, casi sin respirar. Días que vienen y que van, noches que parpadean, entre el agotamiento, y las ganas de más. Dame tiempo, y no podrás con hechos… no podrás con hechos. Tú, entre el vacío de las horas pasar, verás la vida