Son muchos los que lloran en mí y se compadecen… de mí. Son muchos los que intentan en vano hacerme ver que soy irreal. Son muchos los que no creen en mi palabra, en la palabra que no se escribe ni se escucha. Se cuentan por miles los que quedaron en el pasado, y mientras
Yo escribo… no controlo. Me controla el dolor, por eso odio mi método. Me odio, porque escribo queriéndome borrar. Aceptar, la censura y olvidar, que no soy yo el que piensa, pero, es la música la que me lleva. Mis manos se van y golpean… teclas. Silencio, la imagen te martillea en tu cabeza, no
¿Qué sabes de mí… aparte de nada?
Cintas hasta el ahogo rodeando tu cintura, vómitos para no digerir la comida, miradas furtivas al espejo. Aún sigues estando gorda, mientras los demás observan como los huesos se te marcan y dejas escapar tu vida. Tu mente, engaña a tus ojos; tu obsesión, te maneja a su antojo, mientras no te das cuenta que
En mi mal vomitado, la oscuridad se cierne sobre mi impotencia. Las ideas esperan, a los momentos posibles de creación. Se impacientan, y empiezan a reconcomerme por dentro. Desiertas, en un mar de dudas abiertas, miles de respuestas erróneas que te golpean, y el tiempo al final de tu espera. La verdad oculta por capas
Tragando mi propio ego en ritual demoníaco. Comiéndome tu imperio, muriendo en tu veneno. Sin miedo, al paso del tiempo en medio del silencio, prepárome para la nada en tiempos de vida. Contracorriente, siempre, desde que la luz hizo mella en mi cerebro. Chispas recorrieron algo por dentro y vivo mi mundo a mi modo.