Sin decir nada, escribo palabras, que te gritan y te masacran, hasta hacerte perder esa máscara, con la que te tapas. No muevo los labios, pero mi cabeZa está gritando, estoy solo y no hablo, pero sigo escuchando esa voZ, que soy yo hablando. Tal VeZ no deba escucharlo, tal veZ me esté volviendo loco y todo esto me esté afectando, o tal veZ haya encontrado la forma de escapar del matrato de la soledad, tal veZ me haya encontrado, y al verme reflejado en el espejo, me he devuelto la sonrisa que tanto había buscado. Un espejo que se mira a si mismo, es el reflejo de su reflejo, porque no puede verse a si mismo, sólo ve un bucle infinito, de vacío. Y nunca termina de encontrarse a si mismo, por mucho que quiera buscarse… y suele pasar que después, tropieZas y te encuentras al caer, pero tienes que volver a ponerte en pie.

-Levántate – me dice esa voZ que no sé ni de dónde es…

Si pudiera le diría que no es tan fácil encontrarse otra veZ, porque cuando lo haces siempre vuelves a caer. Pero imagina que un día caes de pie, y que aprendes a mantenerte en pie, y que vuelves a intentar buscarte otra veZ, pero siempre eres espejo, que cuando esté de pie, y se vuelva a mirar, no verá nada por lo que luchar, pero si entre el espejo y su reflejo, se interpone un objeto, por pequeño que sea este objeto, se volverá infinito en el espacio, hasta perderse en la profundidad del reflejo. Si apareciera una pequeña ilusión por pequeña que fuere, esta se volvería infinita, y tendría de nuevo algo por lo que seguir sin preocuparme de caer… y siempre hay algo que se interpone entre el espejo y su reflejo, por eso, aunque a veces sienta que lo del medio es un inmeso vacío… no es cierto… porque siempre hay algo en medio.

Escuchando: Lina – Don’t Say Nothing/It’s Alright