Juan está con su tía en el salón, tiene ocho añitos. Ella viste de oscuro, tiene los ojos enrojecidos de tanto llorar…
– Tía, ¿por qué hoy cuando fui a clase los profesores me daban un beso y se iban?
– No lo se cari- sus ojos se llenan de lágrimas.
– ¿Cuándo van a volver mis padres y mi hermana?
– No vendrán…
– ¿Por qué? ¿Se han ido de vacaiones y no me han avisado?
– No hijo, ellos…
– ¿Por qué no me dijeron nada?
Su tía calla, ¿cómo dicerle que su familia ha muerto?
-¡No es justo!
-Juan… tus padres no van a volver, ellos… – intenta por todos los medios retener las lágrimas- tus padres tuvieron un accidente…
Juan se queda callado unos minutos. Sigue viendo la televisión.
-¿Iban en ese tren? ¿Verdad?
-Sí- dice muy bajito
– Espero que no sufrieran…
Las lágrimas empiezan a resbalar por sus mejillas, ya no puede retenerlas.
– Si yo no hubiera estado malito… habría ido en ese tren…
La tía se levanta corriendo, llorando…